Ecce Ninio

Existe un compromiso entre el escritor y el lector, semejante a la relación de confianza que se desarrolla entre el proveedor de enigmas (conocido como el dador de enigmas  también llamados rompecabezas) y el solucionador (aquel que es conocido por resolver los enigmas). Estas y otras relaciones intelectuales entre los seres humanos, o seres que se comunican en general, son habitualmente similares, en una interacción de activo y pasivo, mutuamente. Pero dicho compromiso no puede ser ignorado ni tomado a la ligera, pues de una manera u otra, nuestras acciones u omisiones, son determinantes para todos aquellos que nos rodean, y viceversa, todos aquellos a nuestro alrededor influyen sobre nosotros en mayor o menor medida. Debiendo entender acción u omisión como la presencia o ausencia de palabras, eventos, sucesos, gestos, expresiones; e incluso, considerar los pensamientos y emociones que en tantas ocasiones han demostrado ser factor esencial del comportamiento. 

Ahora bien, debe quedar claro que ser influenciado por algo, o haber influenciado algo, no hace una condición de rigurosa responsabilidad, por supuesto que todo lo que provocamos a nuestro alrededor, como también lo que otros provocan en nosotros es en buena parte nuestra responsabilidad, pero sería equivocado pensar con capricho infantil, que solamente los que nos rodean han sido los culpables de nuestras acciones o las acciones en el exterior, no importa sea externo o propio, todo fenómeno o evento será reconocido como fenómeno, y como tal, en conjunción, todos y cada uno somos responsables de los fenómenos, pero adicionalmente debemos responsabilizarnos de nuestra participación particular en cada fenómeno ocurrido o no acometido. Si se desea entender esta idea en palabras más sencillas, simplemente debemos entender lo siguiente; todos y cada uno somos responsables de las cosas que suceden, pero sobre todo eso, es primordial reconocer la manera en que individualmente aportamos para que cada evento sucediera, aceptando la responsabilidad que tenemos de ser cuidadosos y disciplinados con lo que somos, hacemos y pensamos, a cada momento. 

Sin alejarme más de la idea, habiendo cubierto la naturaleza de esa responsabilidad y relación, escritor y lector, trivializar el concepto y me remito a que todo escritor se relaciona y entra en la vida de sus lectores, así como indirectamente todo lector de alguna manera, se vuelve partícipe de la vida del escritor, conociéndole de forma parcial. Porque no se puede conocer de forma absoluta al autor por su obra, pero si es posible ver una faceta de aquel que ha compartido un poco de sí, expresándose a los demás. Y en esto radica la belleza de la interacción, pues el que emite, es responsable de ser minucioso, honesto, claro, paciente y tolerante ante quien escucha; y a su vez, el que escucha, el receptor, o como quieran llamarle, debe ser humilde, tolerante, dispuesto, honesto, acucioso, firme y juicioso con lo que recibe. La riqueza jamás será aceptar lo que se recibe ciegamente, igual de malo sería creer en nada de lo recibido y volverse soberbio; pero tampoco podemos esperar que todas nuestras ideas emitidas sean verdades absolutas para todas las personas, y mucho menos permitir que se nos tome como verdad absoluta ni como falsos testigos o profetas. 

En este momento, sin más que decir para que esta introducción sea comprensiblemente breve, me remito a confesar, que todas las personas pueden aportar ideas, igual de valiosas, sobre cada cosa visible o invisible de esta vida, o de otra vida, porque tristemente el académico conoce solo la teoría de la vida, que es el dogma invisible, pero son los humildes y soberbios que se movilizan en nuestras calles y ciudades, aquellos desconocidos en pueblos y callejones, quienes tienen la experiencia tangible de los insólitos eventos que marcan nuestra realidad aparente. Porque como dijo aquel, cuyo nombre no conozco muchas veces, “la realidad fácilmente supera a la ficción”; adicionando por mi mismo, “el potencial de la realidad es más increíble e indomable, que las escasas posibilidades que alcanzamos con una limitada imaginación”. 

Me despido aclarando, que en este trabajo reflexivo, conviven tanto ideas propias como ajenas, y para no robar crédito a quienes bien merecido lo tienen, trato de colocar un nombre a cada cual según sus palabras, pero en este escrito no es tan importante la persona como lo es el mensaje, después de todo, como un músculo, la mente debe ejercitarse para que pueda cesar la invasión implacable de zombis androides que están destruyendo nuestras familias para suplantarlos por los vegetales cambiaformas de la dimensión TL, que está colapsando por las malas influencias de las larvas densas y oscuras del plano existencial caótico más allá de lo desconocido… donde lo único que gobierna son criaturas en pamper. 

“Este libro es un tributo de aquellas cosas que merecen ser tributadas”. 

Dedicado a la sociedad oculta Yamikarasu